Cuando leas sobre la ansiedad en niños verás que muchas veces esta palabra, ‘ansiedad’, va acompañada de otra, ‘trastorno’.
Suena fea, ¿verdad? Pensar que nuestro hijo estaría ‘trastornado’ puede hacernos incluso rechazar la idea de que sufra ansiedad de lleno.
Mi recomendación es que intentes obviar esa palabra y te centres en leer los síntomas que causa para reconocer si tu hijo está sufriendo por ansiedad o no.
Personalmente, creo en educar a los más peques en la autorresponsabilidad, en enseñarles recursos para que crezcan con fuerza mental y sean capaces de enfrentarse al mundo, dándoles todo nuestro cariño pero sin sobreprotegerlos.
Ansiedad infantil: Qué es y cómo ayudar a tu hijo
Intentaré evitar terminología médica y explicar, desde mi experiencia personal, lo que es sufrir ansiedad.
Empecemos por dividir la ansiedad en una causa interna (hormonal y con raíz en miedos o estreses personales) que tiene una reacción externa (los nervios del niño visibles a los padres).
Sabiendo esto, podríamos describir la ansiedad en el niño como una sensación interna que le mantiene en vilo y con la falsa intuición de que va a pasar algo malo de forma inminente. La razón principal es que su cuerpo, por causas externas a determinar en cada caso, ha activado los sistemas de alerta primarios, responsables de la supervivencia, generando en su mente esa sensación de peligro, que desemboca en una necesidad de huir del sitio en el que se encuentre o en distintos síntomas que trataremos a continuación.
Si tenemos en cuenta que en muchas ocasiones la ansiedad infantil se ve reforzada en etapa de transición y cambios, es fácil que los niños con una sensibilidad más alta que la media desarrollen ansiedades, es decir, preocupaciones ante esos cambios que les remueven internamente.
Todos los niños sienten miedo o nervios en algún momento, pero aquellos que deben preocuparnos son los que tienden a anclarse en esos pensamientos angustiosos en vez de seguir con su día a día.
La ansiedad es en gran parte hereditaria por lo que si uno de los padres tiene tendencias ansiosas, es fácil que, si no tenemos cuidado, alguno de nuestros hijos desarrolle o modele, es decir, copie, esa preocupación excesiva.
Pero el ser nosotros mismos personas ansiosas no significa que la culpa sea nuestra, simplemente que debemos enseñar a nuestros hijos las herramientas necesarias para lidiar con sus propias preocupaciones. Y aquí incidimos en que se trata de darle herramientas y enseñarle a usarlas, en ningún caso de hacerles evitar situaciones que pudieran desembocar en ansiedad ya que entonces se perdería la tan necesaria práctica.
Por supuesto, en casos en los que no haya un componente hereditario, de cara a ayudarlos, es importante entender cuál es la raíz del miedo que sufren nuestros peques.
¿Y qué tipo de los mal llamados Trastornos de la Ansiedad puede desarrollar nuestro hijo?
Tipos de Trastornos de la Ansiedad en Niños
1. Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG)
Los niños con Ansiedad Generalizada se preocupan exactamente por las mismas cosas que el resto de peques de su edad, sea por encajar en su grupo, dificultad a la hora de hacer los deberes, sentir más o menos el afecto de sus padres o la posible pérdida de un ser querido.
La diferencia fundamental es que estos niños son más sensibles a todas las preocupaciones que les rondan en la cabeza, se preocupan a un nivel mayor y más a menudo.
Cuando el niño no consigue relajarse o divertirse y se encuentra tenso gran parte de los días, debemos tomar cartas en el asunto lo antes posible. Pero lo más importante con estos peques es observar su comportamiento ya que aunque algunos niños expresan sus sentimientos a un adulto antes o después, si bien son muchos los que no se atreven a hacerlo y se guardan las preocupaciones para sí mismos.
2. Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS)
Los bebés y niños pequeños tienden a sentir nervios al separarse de la figura que les ha cuidado desde que nacieron. De alguna manera su identidad está fuertemente vinculada a la de la madre y es, sobre todo, al separarse las primeras veces de ella, aunque sólo sea un minuto, cuando los más pequeños sufren esa ansiedad instintiva de supervivencia.
De nuevo, cuando esta pérdida no se supera con el tiempo, nuestros peques pueden desarrollar lo que se conoce como Trastorno de Ansiedad por Separación.
Si queremos educar a nuestros peques conscientes lo más independientes posibles para que sean capaces de disfrutar de fiestas de pijamas, campamentos y actividades extraescolares, debemos empezar a trabajar esta cuestión lo antes posible.
- Un buen ejercicio que podemos practicar desde el principio para disminuir el riesgo que conlleva el arraigue de este miedo es alejarse del bebé o niño una vez le hemos asegurado que nos vamos pero que volveremos pronto, que le queremos y que vamos a volver a estar juntos. Entonces, el adulto se va durante un periodo de tiempo que puede ir en aumento mientras se ejercita esta nueva independencia del peque. La clave reside en demostrarle que siempre volvemos a él, por lo que carece de sentido que sufra por nuestra ausencia.
- Mientras trabajaba en Australia de niñera, la madre ponía mucho énfasis en que las gemelas, que tenían tan solo 9 meses en aquel momento, estuviesen en la mayor cantidad posible de brazos distintos. Lejos de ese sentimiento de posesión que se instala en algunas madres primerizas, lo mejor para tu peque puede ser precisamente todo lo contrario. Estar con mucha gente, muy distinta y muy a menudo. Además así le estarás ayudando a trabajar también sus habilidades sociales desde una edad temprana.
3. Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)
En esta tipo de manifestación de la ansiedad interna que siente el niño es frecuente que desarrolle comportamientos compulsivos repetitivos, como por ejemplo lavarse las manos más a menudo de lo normal o comprobar si una puerta está bien cerrada cuando la acaba de cerrar él mismo.
En estos casos el niño se autoconvence de que va a pasar algo malo si no se asegura de que tiene las manos limpias o de que la puerta está cerrada y, en consecuencia, experimenta una sensación pasajera de alivio.
4. Trastorno de Angustia o Pánico (TA)
Estos ataques, que se caracterizan por repentinos estados nerviosos y que incluyen un abanico enorme de síntomas y sensaciones irreales, se dan con mayor frecuencia en adolescentes por lo que no debe preocuparte en exceso que tu peque esté en este grupo.
Sin embargo, has de saber que un niño que sufre TAG o TAS tiene gran riesgo de sufrir ataques de pánico en el futuro si no se le dan herramientas para lidiar con su ansiedad a tiempo.
5. Fobias: Fobia Específica (FE) y Fobia Social (FS)
Mientras que la Fobia Específica puede caracterizarse por temer a un perro, a una araña o a ir al dentista, la Fobia Social puede dificultar más la vida de nuestros peques ya que les ocasionará problemas a la hora de relacionarse con sus compañeros, hacer amigos, o simplemente interactuar en situaciones en las que sienten miedo.
6. Mutismo Selectivo
El mutismo selectivo es un caso curioso de ansiedad, relativamente frecuente en niños nerviosos y que se caracteriza por lo que su nombre indica, la decisión por parte del niño de no hablar en determinadas situaciones o con determinadas personas. Más allá de pensar que el niño es mal educado o que la persona no le cae bien, debemos plantearnos los patrones en los que el niño deja de hablar e interactuar para así afrontar este comportamiento de una u otra manera.
7. Trastornos de Estrés Postraumático
Un niño que presente estrés post-traumático normalmente habrá sufrido previamente una situación de estrés intenso, como por ejemplo la muerte de una familiar, un accidente de coche, violencia física o, quizá, algún que otro tipo de abuso psicológico, ya sea en el núcleo familiar o fuera del mismo.
Si, pasado aproximadamente un mes de dicho suceso, el niño sigue presentando síntomas derivados de ese estrés como puedan ser:
- revivir la situación de forma constante a través del juego o en el pensamiento,
- sentirse muy mal cuando recuerda la situación o, por el contrario, negar que ha ocurrido,
- irritabilidad, ataques de rabia o tristeza continuada,
- asustarse fácilmente o mostrarse desesperanzado,
- tener pesadillas o problemas para dormir;
entonces debemos hablar con un especialista que ayude a nuestro hijo a digerir la situación por la que pasó de la mejor manera posible para que se libere de ese peso y le afecte lo mínimo imprescindible en el futuro.
Niño Nervioso vs Niño Ansioso
Si después de leer los tipos de Trastorno de Ansiedad que puede sufrir un niño no ves su comportamiento reflejado en ninguno, lo más probable es que tu hijo simplemente sea un niño. Sí, simplemente un niño con ganas de jugar, de explorar su entorno, de probar límites y de divertirse en todo momento.
Si bien es cierto que en un mundo en el que los niños están sobre estimulados a través de internet y ‘las pantallas’, también es posible que tu hijo lleve una alimentación que le aporta más energía de la que necesita, o quizá demasiado azúcar, pero en ningún caso deberías etiquetar en tu cabeza a tu hijo como ansioso cuando en realidad el niño está simplemente lleno de energía.
Si tienes la suerte de confirmar que tu peque en realidad no sufre de ansiedad, plantéate apuntarle a actividades que le permitan jugar, divertirse y expresarse. Incluso, si consideras que su alimentación podría ser más sana, considera la opción de apuntaros juntos a clases de cocina para padres e hijos y así aprender juntos sobre ello a la vez que conectas con tu hijo.
Miedos normales en la infancia vs. Trastorno de Ansiedad
Todos los niños pasan por las mismas etapas y, por tanto, por los mismos miedos. La diferencia fundamental reside en que el niño supere o no esos miedos típicos de la edad por la que está transicionando.
Veamos algunos miedos comunes según las edades:
Bebés de hasta 10-12 meses
Es normal que los bebés lloren al encontrarse cara a cara con desconocidos, con personas de otra raza si es la primera vez o incluso con alguien que tenga algún rasgo diferenciador de a lo que está acostumbrado, como pueda ser la barba o bigote.
- Durante una estancia en Etiopía aprendí que los bebés se asustan de los ‘demonios blancos’, es decir, de las personas caucásicas que no tienen el tono de piel al que estaban acostumbrados hasta el momento.
- También, mientras cuidaba de dos pares de gemelas en Australia, si bien ambas estaban expuestas a nuevas personas constantemente, una de ellas lloraba desconsolada cada vez que veía a un hombre con barba.
Los peques desde aproximadamente los 10 meses hasta que cumplen los 3 años, son propensos a sufrir ansiedad por separación de la madre o de la persona que los cuida.
De hecho, hay casos extremos en que los peques comienzan a llorar en el momento en que la madre deja la habitación. Aunque no es fácil, lo mejor es acostumbrar al bebé lo antes posible a que se quede con distintas personas, ya que aunque puedas sentir culpabilidad por no atender el llanto de tu hijo, como madre necesitas tiempo de descanso personal para evitar tu propia ansiedad y así poder seguir dándolo todo cuando vuelvas a estar con tu hijo.
Peques de entre 3 y 6 años
Con frecuencia se asustan de sus propios sueños, tienen miedo de irse a dormir, de quedarse a oscuras e incluso de enfrentarse a pesadillas. Todo tipo de monstruos imaginarios podrían encontrarse debajo de la cama.
Solución: habla con tu hijo, a partir de los 4 años ya entiende explicaciones de mayor nivel.
Un buen ejercicio es acompañarle a revisar los sitios en donde se encuentran los monstruos. Establecer buenas rutinas que hagan que el niño llegue a la cama cansado y con ganas de dormir en vez de sentirse despierto pueden hacer pasar este miedo antes.
Ejemplo personal: Recuerdo haber pasado por esta etapa de forma muy intensa. Sé que en mi caso, el de una niña ansiosa y llena de miedos, lo que más habría ayudado hubiese sido demostrar cariño, estar presente mientras me quedo dormida y abrazos, muchos abrazos y besos.
Una tendencia desde hace años es dejar que el niño vea un par de capítulos de Peppa Pig antes de irse a dormir en vez de leerle un cuento, ya que nos resulta más fácil. Sin embargo, más allá de perder ese vínculo paterno-filial, ese ratito compartido con nuestros hijos haciéndoles soñar con cuentos, se convierte en un rato de estímulos tecnológicos, de pantalla que cambia a cada segundo, y de luz azul que en nada beneficia la salud o la calidad del sueño de nuestros peques, mucho menos si ya padecen un trastorno de la ansiedad.
Cumplidos los 7 años
Los peques más mayores empiezan a enfrentarse a miedos de la vida real.
¿Y si hay un extraño en casa? ¿Y si pasa eso tan malo que he visto en las noticias esta tarde?
Es posible que empiecen a experimentar miedo a la muerte de los padres y, por tanto, pérdida del amor más esencial, quedando también en riesgo la supervivencia, dos de sus necesidades más instintivas.
Además, al empezar la guardería o el colegio, pueden empezar a sentir presiones por encajar en el grupo e incluso por los deberes, las lecciones a aprender, o los exámenes.
Causa comunes de ansiedad en niños
Veamos las causas más comunes que propician la aparición de ansiedad en nuestros peques:
1. Genética
Cuando el propio padre o madre sufre de ansiedad, este componente hereditario hace que los niños más sensibles sean más vulnerables a asimilar ese estado de preocupación. En estos casos, lo más interesante sería tratar la ansiedad de los padres a la vez que aprender pautas para que nuestros hijos no desarrollen ansiedad crónica que no interesa en ningún caso. Después de todo, el dicho ‘de tal palo tal astilla’, aplica también para casos de personas ansiosas.
2. La química del cerebro
De nuevo causa hereditaria, la ansiedad puede verse ocasionada por una falta o desequilibrio de ciertas sustancias que el cerebro necesita para su correcto funcionamiento.
Más allá de asustarnos y pensar que hay que medicar al niño, debemos saber que existen numerosos remedios naturales para corregir estos posibles desequilibrios, ya sea a través de la comida (magnesio, zinc) o de un suplemento alimenticio y deporte (serotonina).
En mi caso particular sé que con deporte y con una suplementación de ginkgo biloba para la serotonina y de frutos secos para el magnesio y el zinc, me alejo de posibles ansiedades causadas por un desequilibrio químico en mi cerebro. Los niños son personas pequeñas así que sólo tienes que experimentar y ver si su ansiedad disminuye tras hacer deporte, por ejemplo, o después de tomar un puñado de frutos secos – sin sal ni azúcar, por supuesto.
3. Situaciones traumáticas
Las diferentes situaciones a las que se enfrenta un niño a lo largo de sus primeros años de vida pueden llegar a ser difíciles de afrontar y generar mucho estrés en los niños.
El tener un miembro de la familia con comportamiento abusivo, mudarse a un nuevo entorno o la falta de un ser querido ya sea por abandono, por fallecimiento o por enfermedad pueden hacer que algunos de nuestros peques conscientes se pongan muy nerviosos durante una época y que incluso lleguen a generar trastornos de la ansiedad no deseados. Ya sabemos que el estrés precipita la aparición de síntomas en personas propensas a la ansiedad así que debemos estar atentos si el niño se ve expuesto a eventos traumáticos de diversa índole.
Un ejemplo menos notorio de situación traumática para según niños podría ser la separación de la madre en sus primeros años de vida ya que es tal la sensación de seguridad que deja de sentir en su ausencia, que el niño puede sentir un miedo profundo aun cuando está acompañado de alguna otra persona que le cuida.
Otro ejemplo podría ser el sentir miedo de ir al colegio o enfrentarse a situaciones en donde hay muchos niños.
Debe ser un especialista quien determine cómo ayudar al niño si como padres no sabemos cómo actuar. Si percibimos un miedo extremo y continuado en el tiempo, deberemos averiguar qué está causando ese miedo a interactuar. Quizás se siente atacado en el colegio, le faltan recursos para hacer frente a las clases o simplemente es un niño altamente sensible que en situación ideal disfrutaría mucho más teniendo una educación en casa (homeschooling).
4. Conductas aprendidas
Nacer y desarrollarse en el seno de una familia en donde otros miembros tienen miedos y ansiedades puede hacer que el niño absorba esas preocupaciones y las desarrolle como propias, es decir, que al igual que lo hace con otros comportamientos, el niño modelará nuestra ansiedad.
Hay que considerar que los niños están expuestos también al tipo de crianza que hayan elegido sus padres, consciente o inconscientemente, la forma de ser de los padres, el ambiente familiar y cultural que pueda ejercer presiones y estreses sobre el niño.
Algo que pasa inadvertido para muchos padres es la sobreprotección de los niños. Cuando los padres tienen miedo de que a su hijo le pase algo malo, sin darse cuenta están transmitiendo esas preocupaciones a los niños.
Un buen ejemplo de esta sobreprotección, sobre todo en bebés que empiezan a gatear y posteriormente caminar sería, por ejemplo, cuando se tropiezan y en vez de tragarnos el nudo en el estómago y alentarlo a que se levanten con cariño, reaccionamos con miedo y corriendo a ayudarle. Así, aunque creemos que estamos ayudando a nuestros hijos, inconscientemente lo que estamos haciendo es educar a un futuro niño inválido que, en vez de sobreponerse ante las dificultades, reacciona con miedo y necesita ayuda para levantarse. (valga de excepción los casos en que el niño realmente llora por dolor y no porque sabe que atraerá la atención de sus padres)
Otro buen ejemplo es cuando, sin querer, hacemos que nuestros hijos desarrollen miedos y fobias basados en miedos personales.
Puede darse el caso en que un padre sin querer haga que su hijo coja miedo a los perros si cuando el niño inocentemente va a acariciar a uno, el padre chilla: “Cuidado, a ver si te va a morder” o “A ver si va a tener pulgas”. De nuevo, estamos transmitiendo nuestras preocupaciones y miedos a nuestros hijos. En un caso como este, podríamos hacer terapia de acariciar a perros junto a nuestro hijo para que vuelvan a sentir que los perros son seguros.
Si el miedo es hacia una avispa, por ejemplo, puede que el niño realmente sufra ante la falta de control por el vuelo errático de la avispa y un posible picotazo. Si es un miedo puntual, no hay que darle mayor importancia, si este ejemplo se suma a otras razones para creer que nuestro hijo tenga ansiedad, deberíamos centrarnos en la raíz de la ansiedad que pueda sufrir nuestro hijo en vez de enfocarnos en síntomas menores. Siempre desde el cariño y la preocupación interna, cuanta menor preocupación mostremos, menos miedo transmitiremos a nuestros hijos.
Además, es importante saber que estos miedos en niños con una sensibilidad mayor, si no se corrigen a tiempo o se les resta importancia, pueden contribuir a que desarrollen un Trastorno Obsesivo Compulsivo que será más complicado controlar.
Cómo saber si mi hijo tiene ansiedad
Si bien lo ideal es ir acompañando a nuestro peque desde la paciencia y el amor en cada uno de sus miedos, cuando pasa la edad en que se consideran normales y nuestro hijos sigue estancado en ellos, es, sin duda, hora de tomar cartas en el asunto antes de que la ansiedad se enraice más.
Si nota que su peque se angustia más de la cuenta con alguno de sus miedos o siente que está volviéndose una cosa del día a día, quizás sea hora de hablar con un especialista para ayudar a su hijo.
En casos de ansiedad por separación, si la madre o padre empieza a sentirse agobiada por no poder estar nunca sola, es hora de hacer algo. Ningún hijo se beneficia de una madre que está harta de él. Además, todas las personas necesitamos ratos de soledad o de tomarnos una cerveza sin nuestro hijo presente antes de empezar a sentirnos secuestrados por su presencia o necesidad de atención permanente. Un buen ejercicio es darle un abrazo, besarle y decirle que te vas pero que vas a volver porque le quieres y quieres volver con él lo antes posible. Dejaselo a la persona que vaya a quedarse cuidando y retírate sin ningún tipo de sentimiento de culpabilidad. Vete a tomarte una cerveza y vuelve pasado un rato. Repitiendo este ejercicio a menudo y aumentando el tiempo de retiro, iremos acostumbrando a nuestro peque a que siempre vamos a volver para estar con él, pero mamá también necesita ratos de estar sin él y está bien.
Episodios de miedo intenso reiterado que se manifiestan en palpitaciones fuertes del corazón, sudores, miedos irracionales, mareos, temblores, etc.
- Si lo necesitas, puedes hacer el test de ansiedad infantil de Spencer: funciona sumando los puntos de cada respuesta y puedes verlo aquí.
- También puedes seguir leyendo este artículo y descubrir cuáles son los síntomas más comunes de ansiedad que sufren los más pequeños. O, si lo deseas, aquí tienes una segunda opinión.
3 Tipos de síntomas de Ansiedad en los Niños
Vamos a ver los principales síntomas de ansiedad que muestran los niños pero pueden pasar desapercibidos.
1. Señales conductuales de ansiedad
- Aferrarse a los padres con visible angustia a la hora de dejarles en la guardería o el colegio. Los primeros días es normal, si es una constante, podrías llevar a tu hijo a un especialista.
- Puedes notar a tu hijo asustadizo, con ojos frecuentemente tristes, o con reacciones impulsivas ante estímulos normales para otros niños.
- Quizá lo notas alterado o se niegue a hablar.
- Comportamientos repetitivos tipo TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) como lavarse las manos varias veces en una hora o obsesionarse con la limpieza o el orden. Fijarse en si existe preocupación porque pueda pasar algo malo si no ejecuta esos comportamientos porque entonces son obsesivos y tienen raíz en el miedo. En su cabeza el niño realiza una acción negociando con ese miedo, si hago esto, entonces eso otro no va a pasar.
- Despertarse con frecuencia por la noche y necesitar a tus padres en vez de volver a dormir.
- Terrores nocturnos. En mi experiencia personal solía despertarme a menudo con nervios y miedo y todo lo que buscaba era un abrazo de mis padres. Como mi madre era ansiosa también, a menudo me mandaba a dormir sin hacerme caso o me daba un vaso de agua y me mandaba a la cama sin consolarme. Sí que recuerdo exponerle alguna vez mi miedo de que había algo en mi habitación y alguna vez mi madre me paseaba por la casa para enseñarme que no había nada que temer. También recuerdo que usó una técnica para que se me pasasen esos terrores, colgar una sábana blanca en la pared en la que veía ‘cosas’. Parece ser que funcionó aunque mis nervios o ansiedades no desaparecieron, simplemente mutaron y terminé canalizándolos a través de la comida.
- Miedo a hacerse pis por lo que el niño se hace pis y se autocastiga. En este momento necesita cariño y quizás, dependiendo de la mente del niño, estrategias para no hacerse pis, como no beber agua un rato antes de ir a dormir y hacer pis justo antes de irse a la cama, así disminuimos las opciones y ayudamos a que el niño refuerce su poder sobre el pis y por tanto su autoestima.
- Tu peque te habla de forma continuada de distintos miedos.
- Tu peque empieza preguntas basadas en miedos con “¿Y si…?” Ejemplos: ¿Y si un día el gato se muere?¿Y si un día se cae nuestra casa?¿Y si un día mi amigo Pepito me deja de hablar?
- Permanece en silencio o se aisla en situaciones en las que cualquier otro niño socializa e interactúa con ‘normalidad’.
- Se niega en rotundo a ir a un sitio concreto o situaciones sociales sin razón aparente.
- Tiene crisis nerviosas y berrinches pasados los terribles dos, ‘the terrible two’ (a los dos años los peques reclaman su independencia por lo que aparecen los famosos berrinches)
- El niño se autoproclama incapacitado para hacer cualquier cosa. No puede hacerlo y ni siquiera lo intenta. Quizá simplemente esté bloqueado por la ansiedad, quizá se está sintiendo sobrecogido ante una situación que no es familiar.
2. Señales emocionales en el niño
- Llora mucho.
- Le notas muy sensible.
- Se irrita o se enoja sin ningún motivo claro.
- Teme cometer errores, incluso pequeños.
- Tiene ataques de pánico (o teme tenerlos).
- Se preocupa de cosas que ocurrirán en un futuro lejano, como preocuparse por la escuela media cuando todavía está en tercer grado.
- Se preocupa o siente temor cuando lo dejan en algún lugar (guardería, escuela, casa de parientes, etc).
- Tiene pesadillas frecuentes acerca de perder a uno de sus padres o a un ser querido.
3. Señales físicas de ansiedad en el niño
- Manos con sudoración o frecuentemente pegajosas aunque se lave las manos.
- Respiración inquieta, corta o rápida, fuera de lo normal.
- Pueden tener la cara caliente y la boca seca.
- Se acelera el corazón con frecuencia.
- Se queja de dolores de tripa con frecuencia.
- Lo notas hiperactivo, inquieto y distraído, como fuera de sí mismo, subiendo por las paredes.
- Le cuesta relajarse y dormirse con frecuencia.
Todos ellos son síntomas de que nuestro peque está en modo ‘fight or flight’ es decir, ‘de lucha o huída’ ante una situación que le resulta estresante, por lo que su cuerpo libera sustancias químicas para ayudarle a afrontar un peligro inminente cuando en realidad no hay ningún peligro real.
Cómo ayudar a un niño con ansiedad: los mejores remedios
La raíz más esencial de la ansiedad es la falta de amor y de cariño y el síntoma primario que se manifiesta por esa falta de amor es el miedo en sus distintas formas.
- Personalmente, creo que toda forma de dar amor (sano) a tu hijo y de hacerle sentir querido tal y como es, va a ayudar a aliviar esos síntomas y, en última instancia, la propia ansiedad.
Métodos para trabajar la ansiedad en los más peques
- Abraza a tu peque a menudo y con cariño. De esta forma, y si además lo acompañamos de frases como “Estoy aquí, todo va a ir bien, yo te cuido, te quiero.”, el niño se va a sentir reconfortado y va a ir sanando esos síntomas de miedo con raíz en esa sensación de falta de amor.
- Sé consciente de las distintas transiciones por las que pasa tu hijo en cada edad y ayúdale a enfrentarse a las nuevas situaciones con cuidado de no sobreprotegerlo, por supuesto. Probar cosas nuevas puede estimular al niño, hacerle más fuerte y ayudarle así a enfrentarse a sus miedos.
- Ayúdale a expresar sus experiencias, sus miedos y sus inquietudes. Cuando un niño aprende a expresar lo que le preocupa sin miedo a sentirse juzgado o atacado por esos sentimientos, tiene la mitad del camino hecho. Evita negar sus sentimientos, los sentimientos son personales y negarle el hecho de poder sentirlos pone un tapón figurativo a sus emociones, lo que hará que deje de sentirse cómodo expresando lo que siente y, consecuentemente, que se le vaya generando más ansiedad.
- Encuentra actividades que puedan estimular la creatividad de tu hijo. En los peques con una alta sensibilidad y por tanto propensos a desarrollar ansiedad, es necesaria una vía de escape para esas preocupaciones, así cualquier forma de expresión artística puede actuar como canalizador de no sólo sus inquietudes sino también de sus sueños y esperanzas.
- Cuando el niño siente miedo a la oscuridad una buena forma de ayudarle a superar esos síntomas es crear una rutina presueño en la que favorecer la relajación del niño.
- Enseña a tu hijo a respirar. Puedes incluso crear una sala de respiración o meditación en la que toda la familia se relaje nada más entrar.
- Salid al campo y déjale explorar y sentirse libre.
- Evita que vea las noticias o que esté en contacto con estímulos que inyecten miedos irracionales en su cabeza.
- Un reto en nuestra sociedad actual es conseguir que los niños se aíslen de las noticias y del ruido exterior. Los mismos dibujos animados, películas de Disney o canales de YouTube para niños pueden hablar sobre acontecimientos y circunstancias que no solo no ayudan al bienestar del niño, sino que pueden poner en peligro su tranquilidad personal e incluso toda su infancia. ¿De qué sirve que nuestros hijos escuchen que en otro país ha ocurrido tal desastre o que el cambio climático también es su culpa porque han usado pañales? Desde mi punto de vista, creo que se debe alentar a que los niños jueguen fuera de las pantallas, sobre todo cuando no hay un adulto presente que se responsabilice del contenido consumido.
- Para aquellos padres que sufren cuando ven sufrir a su hijo, personalmente, creo que el amor se puede mostrar de muchas formas y, si bien en niños ansiosos se vuelve vital demostrar amor y que el niño se sienta querido, una forma más sutil de hacerlo y que le servirá el resto de su vida es convertirse en su mejor apoyo a la hora de enfrentarse a nuevos retos, evitando ayudarle a cumplirlos por él porque le vemos indefenso e incapaz. De caer en tal trampa, en realidad seremos nosotros quienes le estemos incapacitando por nuestro miedo a que no sea capaz o por simple impaciencia.
Los mejores libros para ayudar a los niños con ansiedad
Para ellos
1. Mamá, hay un monstruo en mi cabeza.
2. Respira
3. Tienes superpoderes: Vence la ansiedad con autoestima, confianza y valentía
6. Mi cuerpo me envía una señal
7. Ayuda a los más pequeños a recuperar la calma: un diario para controlar la ansiedad para niños
8. Cuentos molones para educar en positivo
Para Padres
1. Cómo Curar la Ansiedad en los Niños: Sin Medicación Ni Terapia
Mi visión más personal de la ansiedad en niños
Aunque cuesta ver sufrir a un niño, cuando ayudas a tu hijo a enfrentarse a sus miedos, le estás proporcionando herramientas para su día a día, le estás fortaleciendo el carácter, haciéndolo más independiente y desarrollando su valentía.
Lo que personalmente no haré
Como persona que tiende a la ansiedad, intentaré siempre que ninguno de mis hijos use medicación para tratar su ansiedad.
¿Y por qué motivo?
Porque el conjunto de síntomas que conocemos comúnmente como ansiedad son efectivamente eso, síntomas. Y como tales, para deshacerse de ellos lo que hay que encontrar y tratar es la raíz que genera los síntomas.
Si con medicación, aunque queramos confiar en que si lo dice un médico lleva razón, incluso si se trata de un psiquiatra, tapamos esos síntomas sin curar el problema de raíz, no sólo estamos condenando a nuestro hijo a una vida atado a pastillas, sino que le estamos negando el enfrentarse a los problemas. Estamos ayudándole a evitar que se enfrente a sus sentimientos y sensaciones con valentía, lo que le hará hacerse más fuerte, ayudándole a dominar a su mente en vez de hacerle creer que su mente le domina a él. En mi opinión, le condenamos sin querer a una vida menos libre y potencialmente más triste.
Lo que sí haré
- Hablar con mis Peques Conscientes a diario para que sientan confianza y me cuenten todas las preocupaciones que necesiten.
- Estar siempre disponible cuando me pida hablar conmigo o se acerque con cara de circunstancia. Mis peques van primero, lo demás puede esperar.
- Darles independencia para explorar la vida y sus talentos, siempre dentro de unos límites sanos.
- Llevarlos a terapia con una persona afín a mi forma de ver la vida. Por suerte, hace años encontré una psicóloga maravillosa que comulga con mi forma de ver la vida y sé que haría un magnífico trabajo con mis hijos.
Probablemente gracias a tener un padre médico, en mi familia no era un estigma ‘ir al psicólogo’ y, aunque mi madre nunca quiso ir a pesar de que tuvo una infancia marcada por traumas y, por tanto, una adultez llena de ‘nervios permanentes’, sí que supieron ver lo importante que era que sus hijos fuesen a distintos psicólogos siempre que lo necesitasen.
Para bien o para mal, yo no empecé a ir hasta cumplir la veintena y necesité probar varias especialistas hasta encontrar a la que supo ayudarme de verdad, habiendo cumplido ya los 24 años.
FAQs
Los síntomas más frecuentes son de tipo conductual (angustia por separación fuera de la edad normal para ello), emocional (pesadillas y terrores nocturnos) y físico (hiperactividad, le cuesta dormirse a menudo).
Estos son sólo unos pocos ejemplos, así que si quieres una lista ampliada, no dudes en leer nuestro artículo en el que profundizamos sobre los síntomas de la ansiedad en niños.
Ante una pregunta tan compleja, sólo podemos recomendarte que leas este artículo en el que hablamos de todo lo que causa la ansiedad en los niños, cómo se manifiesta y posibles tratamientos para ayudar a nuestros peques.
Tanto los niños como los adultos que padecen un trastorno de ansiedad muestran distintos síntomas fáciles de detectar por los parientes más cercanos.
Si antes de llevarle a un buen psicólogo prefieres aprender un poco más sobre ello, puedes leer nuestro artículo sobre la ansiedad en niños en el que desarrollamos punto a punto todo lo que los padres deben saber sobre los niños y síntomas, causas y soluciones ante un trastorno de ansiedad.
Lo más importante junto a reforzar el cariño y amor que le profesamos, es llevarle a un profesional que nos ayude a entender la raíz de su ansiedad y nos enseñe, a nosotros y al niño, herramientas para manejar la ansiedad.
Además, podemos reforzar esta estrategia apuntando a algún deporte del que disfrute y con el que segregue serotonina, sustancia química básica para el funcionamiento del cerebro. También podemos poner al niño en manos de un buen endocrino que analice si nuestro peque tiene las hormonas y demás parámetros en niveles correctos.
Siempre enfocados en terapias naturales para nuestros peques conscientes, te recomendamos que, a parte de abrazar a tu hijo, besarle y demostrar tu amor de todas las formas que se te ocurran, puedes también darle infusiones de tila, valeriana y/o lavanda. También es muy interesante la aromaterapia y por qué no, rodear al niño de naturaleza con plantas e incluso un pequeña fuentecita que replique el poder sanador del agua.
Sí, suena muy alternativo, pero creemos que es preferible sanar a nuestros peques con métodos los más naturales posibles en vez de confiar en un médico sin tiempo que nos recete cualquier pastilla para nuestro hijo.
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