¿Alguna vez has deseado algo con todas tus fuerzas y poco tiempo después lo has conseguido?
En esta ocasión quiero contaros una anécdota muy especial sobre cómo la familia que me contrató como nanny profesional me regaló un iPhone 12.
Como me gusta recordarte siempre, si prefieres escuchar toda la información de este artículo en audio, te recomiendo ver mi vídeo en YouTube.
7 años con mi primer smartphone
Desde el año 2013 el Sony Xperia Z2 había sido mi móvil, ya te imaginarás cómo estaba el pobre aparato.
Yo soy un poco de la idea de que si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Entonces, pensaba que como este móvil funcionaba bien, no tenía ninguna necesidad de cambiarlo.
No te puedes imaginar la de situaciones por las que ha pasado este Sony y la cantidad de veces que he necesitado arreglar: cambie algunas piezas que se oxidaron por el salitre, abrí el móvil viejo de mi hermano y mezcle las piezas, etc. En pocas palabras, ya soy una experta reparando móviles (es broma).
No obstante, quizás te estarás preguntando, ¿pero ese teléfono funcionaba después de tanto tiempo y reparaciones?
Hasta hace dos años mi respuesta hubiera sido un rotundo sí, porque me permitía llamar y hacer las cosas básicas que necesitaba. Pero, al cambiar al iPhone 12 Pro Max, sin lugar a dudas te diré que no, y es que este nuevo móvil me hizo darme cuenta de lo antiguo y obsoleto que estaba mi Sony Xperia.
La decisión de comprar un nuevo móvil
La verdad es que antes de que me regalarán mi nuevo móvil, yo ya había decidido comprarme uno nuevo y ya que me lo compraba por fin, quería que fuese de lo mejor posible.
Así que, una vez conseguí el trabajo como nanny profesional, decidí que si el 10% de mi sueldo superaba el precio de un iPhone 13, me lo compraría como premio al trabajo hecho.
De hecho, estaba tan decidida a hacer este cambio que lo anoté en mi lista de deseos de cosas físicas, en conjunto con un ordenador nuevo (que ya me he comprado), una súper cámara para grabar y un teclado para aprender a tocar el piano.
Un móvil con tara y una nueva oportunidad inesperada
Tras mis primeros días como nanny con esta familia, noté que siempre había un montón de teléfonos móviles, aproximadamente unos 8, encima de la mesa, porque usaban uno para cada negocio, aparte de los personales.
Uno de los primeros de estar en Londres trabajando recuerdo que llegué a pensar, ¿y si me regalan un iPhone en esta casa? Pero después me dije “ok, relájate y no te montes películas”. Honestamente, no quería atreverme a creer que ese pensamiento pudiera convertirse en realidad.
Por otra parte, es importante añadir que el padre tenía la costumbre de dejar uno de sus teléfonos en el sofá por la mañana y a él no le importaba que la peque lo tocará y jugase con él.
Una mañana, cuando baje a empezar mi jornada y el padre se fue, en un momento dado la niña cogió el móvil que había dejado el padre en el sofá y se le cayó al suelo, nada anormal. Pero al levantarlo me di cuenta de que tenía una de las cámaras traseras rota. Inmediatamente, me asusté porque pensé que los padres supondrían que yo me había cargado el móvil.
En ese momento no había nadie en la casa para comentarle lo ocurrido, así que dejé el teléfono en la mesa con una nota que decía “la cámara se ha roto” y salí con la niña a dar un paseo.
Sin embargo, durante ese tiempo comencé a buscar piezas de reemplazo, precio de la instalación de la cámara, etc. para aportar a la familia posibles soluciones ante el problema.
La propuesta de compra
Cuando regreso a casa los padres ya habían llegado, así que les conté lo ocurrido y, para mi sorpresa, me dijeron que la cámara está mal desde hace mucho tiempo, así que di un gran respiro interno, y me quedé mucho más tranquila.
Esa misma tarde, hablando con la madre de lo sucedido, me cuenta que tenían planes de pasar toda la información de ese móvil a un portátil en particular, pero que el susodicho estaba dentro de una maleta extraviada, así que tenían que esperar a que Air Canada la recuperase. Una vez eso pasase, ese móvil lo iban a desechar.
En ese momento escuché una pequeña voz en mi cabeza que decía “pide el móvil, pídelo, pídelo, pídelo”. Y con mucha vergüenza le comento a la madre de la peque que yo tenía en mente comprarme un iPhone 13, pero que si iban a desechar ese me gustaría comprarlo y así ahorrar un par de euros en uno nuevo.
No me dio tiempo ni a terminar de decirle eso cuanto me dijo “nada, te lo damos” y yo me quedé como “no, pero os lo compro”. Sin embargo, pese a mi insistencia en compensarles de alguna manera, la madre insistió en que me olvidase del tema, que me lo darían y no le diese más vueltas.
¿La ley de la atracción?
Toda la situación que os he contado ocurrió a mediados de octubre y la verdad no supe nada del móvil durante semanas, ni siquiera me permití ilusionarme a sabiendas de que podían arrepentirse.
Y pasaron semanas y semanas sin noticias hasta que un día de repente caí en la cuenta de que no me había parado a sentir que el móvil era mío. Siempre que veía el móvil, yo por dentro pensaba “ese es el móvil de los padres” y no lo tocaba para nada a menos que se cayera del sofá o algo similar, por supuesto.
Sin embargo, una mañana de repente me di cuenta de que no me había parado a sentir que el móvil era mío, entonces si no me paraba sentir que era mío cómo iba a terminar siéndolo. Pensamientos curiosos que una tiene.
Así que en ese mismo momento, aprovechando que todos seguían durmiendo, me atreví a coger el móvil y me permití cerrar los ojos durante varios segundos imaginándome que ya era mío y que lo usaba a diario, que tenía mis aplicaciones, etc. Después lo volví a dejar en la mesa y yo seguí mi día.
Pues cómo son las casualidades de la vida, o quizá no tanto, que esa misma tarde la madre me dice que la aerolínea ya ha encontrado su maleta y que dentro de pocos días me darían el móvil.
No te puedes imaginar todo lo que sentí y pensé en ese instante. No podía ser verdad que durante semanas estuve esperando pacientemente y que en el momento en que me paro a sentir que ese móvil es mío, justo da la casualidad de que la madre me viene a decir que no me preocupe, que me lo darán en unos días.
Y por fin, tras un par de semanas más de espera, me entregaron el teléfono. Y en ese momento viví un momento de felicidad y maravilloso.
Resumen final
Sin lugar a dudas, este es uno de los muchos recuerdos bonitos que me he llevado tras trabajar como niñera profesional con esta familia.
Si te has quedado con ganas de saber más sobre este mundo y mis anécdotas, en mi canal de YouTube encontrarás mucha más información, como, por ejemplo, consejos y sugerencias sobre educación infantil, el día a día de una niñera, y muchas cosas más.
Otros artículos que podrían interesarte:
Deja un comentario